jueves, 28 de noviembre de 2013

Iluminado

Una luz me ilumina. No la del árbol del anuncio de la Lotería. Tampoco soy Marta Sánchez. Ni quiero. La luz que me ilumina es la del móvil. Y la del despertador que indica las 3:35. Con los dos puntos y todo cuando yo soy de poner una "h" de hora. O en su defecto una coma.

También está la luz de la alargadera. Ese pilotito rojo que puede resultar inquietante. Inquietante, pero necesario. Y si me levanto un poco alcanzo a ver la luz azul del router. Pero no lo voy a hacer.

Me doy la vuelta y me rodeo de sábanas de franela, mantas y colchas. Ahora solo me ilumina el móvil. Si lo apago, queda una oscuridad calentita. Quiero huir del frío de fuera, pero me persigue. Aquí al menos me siento protegido.

Noto que la cama es grande. Hace unos meses era del mismo tamaño. Dos respiraciones se unían. A veces incluso eran ronquidos. Y por mucho frío que hiciese, siempre hacía calor. Ese tiempo ya acabó y ahora solo me puede dar calor un móvil. Lo echo de menos. Mucho. Pero la vida sigue.

Saco la cabeza. El frío me invade. Y la luz roja de una alargadera y un despertador que allá en la estanteria marca las 3:47. Y por supuesto, la luz de mi móvil rodeado de sombras a la espera de una larga noche.

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