Una página en blanco. Es lo que encuentras si abres mi libro. No una, sino varias. Páginas en blanco de los capítulos de mi vida que no se resolvieron. O que abandoné por completo. A veces esos capítulos se retoman, pero la mayoría se quedan ahí, en el olvido. Algunos se completan con el tiempo y otros no.
Ahora miro por la ventana y pienso en ello. Siempre deseo completar esos capítulos sueltos, esas páginas vacías de letras, palabras, frases, oraciones y texto. Pero muchas veces sé que no merece la pena. Soy partidario de dar segundas oportunidades, e incluso terceras, pero no siempre merece la pena. Otras hasta me tendría que haber ahorrado la primera.
Tengo un libro de relatos cortos. Aunque a veces se intercala alguna novela. Y muy pocas un best seller. Mi vida es así, un constante cambio que a veces se estanca. Pero, ¿sabéis qué? Me encanta. Y ahora mismo no la cambiaba por nada. O cambiaba alguna cosilla y retocaba pequeños matices del pasado.
De momento dejemos que continúe la historia. Que siga ese momento. Que se rellenen las página en blanco.
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