viernes, 30 de agosto de 2013

Esperanza, momento y sensación

La luz verde parpadeante del faro me ciega. Y me fascina a partes iguales. Es curioso el color, da esperanza a los barcos, aclarándoles que la tranquilidad está cerca: es el verde de la esperanza. ¿Tenéis esperanza? Nunca hay que perderla, siempre se ha dicho. La esperanza de vivir. La esperanza de lograr. La esperanza de triunfar.

Esa esperanza

¿Nunca habéis tenido momentos en los que no sabíais continuar y al final, de un modo u otro, habéis terminado por conseguirlo? Pues esos momentos son los que merece la pena recordar. El momento en el que lo consigues. El momento en el que la esperanza ha renacido. El momento en el que todo se ve de manera positiva. 

Ese momento

La sensación de poder decir que ahora sabes seguir el camino. O gritarlo. Casi mejor gritarlo, ¿no? La sensación de sentirte bien contigo mismo. La sensación de que ahora sólo te importas tú. La sensación de tu momento. La sensación de tu logro.

Esa sensación


lunes, 26 de agosto de 2013

El rey

El rey ha sido destronado. Tocó fondo hace mucho, pero ahora se confirma la realidad. Observa a su alrededor todos los recuerdos. Las mil y una batallas ganadas y la guerra perdida. No sabe si pegarle a la pared o simplemente dejar pasar el tiempo. Quizás lo segundo sea lo mejor. Pero después de tanto tiempo, tantos conflictos solucionados, tantos asaltos y enfrentamientos, acabar así era lo que menos esperaba. Pero ya se sabe: llora como una mujer lo que no has sabido defender como un hombre. Grandes palabras que se tildarían de machistas, pero que reflejan la realidad de muchos y la de él especialmente.

¿Y ahora qué? El rey se sienta y sigue mirando a su alrededor. No se puede retroceder en el tiempo. ¡Tantas cosas cambiarían! Pero toca responder: ahora todo y nada. La nada tan infinita y el todo tan ínfimo. Nada es lo que tiene y todo es lo que tenía.

Hay que tomar una decisión. Y tomar una decisión siempre es importante, y el rey tiene que meditarla. Se preparará para una guerra. Una guerra que luchará el solo, sin aliados. Su propia guerra contra todo el mundo. Y cuanto antes mejor.

De momento, el rey ha sido destronado.

lunes, 12 de agosto de 2013

Una noche de verano

Un gintonic y un tinto de verano en la mesa. Es lo único que nos separaba. Nos acabábamos de conocer. ¿Qué más podía haber? Sólo hemos hablado tres veces. Y a veces es lo mejor para una primera cita. Las preguntas dan más juego. Que si familia, que si amigos, que si estudios. No hay que complicarse mucho la vida.

También es un riesgo. La conversación se puede estancar si uno de los dos no está por la labor. En este caso no. En este caso todo fluye como si nada. Nada es lo que hay a nuestro alrededor. La gente está. Nosotros los aislamos. La conversación corre fluidamente. En poco rato nos conocemos bastante bien. Todo lo bien para saber de qué pie cojea cada uno. ¿Qué será lo siguiente?

Nos levantamos. Pagamos. Vamos al baño. Es un baño alejado. Y bastante limpio para ser público. Y de ahí, a dar un paseo. La noche acompaña. Y andamos un rato. Seguimos hablando sobre cosas triviales y sin importancia. ¿Te lanzarás? ¿Me lanzaré? La noche lo dirá.

Pero la noche es corta. Mañana nos esperan nuestras actividades cotidianas. Me da mucha pereza, pero es así. Y la sensación es buena. Así que probablemente habrá más ocasiones. ¿O no? Qui sait. El tiempo hablará por sí solo. Al menos esta noche ha sido buena. 

Te vas. Me voy

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