martes, 1 de abril de 2014

El adiós y una sombra

¿Por qué es tan difícil decir adiós? Es una simple palabra. Es como decir “te quiero” o “perdóname”. Y es difícil hasta el extremo de imposible. ¿Y por qué? Supongo que por todo lo vivido. En el tren de la vida rememoras conversaciones, mil momentos inolvidables te vienen a la cabeza, los sentimientos afloran de nuevo y una sonrisa y una lágrima asoman al mismo tiempo. Quieres volver atrás. Maldices por ello. Ya es demasiado tarde. La vida debe continuar. Es una dura decisión, pero el tren tiene primera parada, última parada y la típica en la que se detiene mucho tiempo. Es ahí donde estás ahora y, harto de esperar, te obligas a bajar. No es el final del trayecto, pero sientes que es el momento de descubrir lo que puede deparar. Sin un “te quiero”, sin un “perdóname” aunque sí con ese adiós que tanto ha costado decir.

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Está ahí detrás, ¿lo ves? ¿No? Pues date la vuelta. ¿Sigues sin verlo? Está acechando, esperando el momento de aparecer. Siempre lo está. Desde que nacemos, hasta que morimos. ¿Sigues sin saber qué es? Piensa un poco, no es tan difícil. Alguna vez has pensado en él. Es más, me atrevería a apostar que ha sido en tu más absoluta soledad. Ahí es cuando más lo recordamos, como si de una sombra se tratara. Hablamos con él, le reprochamos, le felicitamos, nos disgustamos, lloramos, reímos. Nos invaden sentimientos que no sabemos definir. Y nunca nos responde. ¿De verdad no sabes todavía qué es? Uno de los tres fantasmas, aunque más que tres, siempre he pensado que son dos. ¿Ya?  Pues ahora piensa en él, en tu pasado, ese tiempo que pudo ser bueno o malo. Pero nunca lo olvides. Jamás. Forma parte de ti y lo sabes. Siéntete orgulloso de él.

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