¿Por qué es tan difícil decir
adiós? Es una simple palabra. Es como decir “te quiero” o “perdóname”. Y es difícil
hasta el extremo de imposible. ¿Y por qué? Supongo que por todo lo vivido. En
el tren de la vida rememoras conversaciones, mil momentos inolvidables te
vienen a la cabeza, los sentimientos afloran de nuevo y una sonrisa y una
lágrima asoman al mismo tiempo. Quieres volver atrás. Maldices por ello. Ya es
demasiado tarde. La vida debe continuar. Es una dura decisión, pero el tren
tiene primera parada, última parada y la típica en la que se detiene mucho
tiempo. Es ahí donde estás ahora y, harto de esperar, te obligas a bajar. No es
el final del trayecto, pero sientes que es el momento de descubrir lo que puede
deparar. Sin un “te quiero”, sin un “perdóname” aunque sí con ese adiós que
tanto ha costado decir.
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Está ahí detrás, ¿lo ves? ¿No? Pues
date la vuelta. ¿Sigues sin verlo? Está acechando, esperando el momento de
aparecer. Siempre lo está. Desde que nacemos, hasta que morimos. ¿Sigues sin
saber qué es? Piensa un poco, no es tan difícil. Alguna vez has pensado en él.
Es más, me atrevería a apostar que ha sido en tu más absoluta soledad. Ahí es
cuando más lo recordamos, como si de una sombra se tratara. Hablamos con él, le
reprochamos, le felicitamos, nos disgustamos, lloramos, reímos. Nos invaden
sentimientos que no sabemos definir. Y nunca nos responde. ¿De verdad no sabes
todavía qué es? Uno de los tres fantasmas, aunque más que tres, siempre he
pensado que son dos. ¿Ya? Pues ahora
piensa en él, en tu pasado, ese tiempo que pudo ser bueno o malo. Pero nunca lo
olvides. Jamás. Forma parte de ti y lo sabes. Siéntete orgulloso de él.